Fantasías con mi profesor

Esto es algo de mis recuerdos de estudiante aun, cuando postulaba a la pega que tengo ahora y tenia un cargo chico… Me inscribí en ese curso porque necesitaba desarrollar más mi capacidad de concentración, a veces me distraigo con facilidad o tal vez me aburro rápidamente, no lo sé. El silencio reinante sólo es alterado por su voz cálida y profunda. Al principio sólo trataba de poner atención a sus instrucciones, pero desde hace unas clases algo me inquieta. No sé si es su silencio o su mirada, sólo se que me he despertado en la noche agitada y empapada en sudor soñando con él. Esa forma de ser enigmático y lejano lo hace mil veces más atractivo para mí.
Ya no puedo más, después de clases llegó a mi casa y al acostarme él esta aquí. Sus ojos, sus labios, su voz, su cuerpo, su imagen llena mi pieza. Cierro mis ojos y lo imagino, junto a mí, tocándome, recorriendo mi cuerpo, acariciando mis pechos, tocando mis pezones erectos. Mi respiración se acelera. Bajo mis manos, toco mis muslos, subo, rozo mi clítoris. Mis labios están húmedos. Imagino cómo sería tenerlo junto a mí, sintiendo su calor, a punto de penetrarme. Me excita, sólo deseo que me toque hasta hacerme acabar… no puedo más …

Otro día de clases. Esta vez debo hablar con él, quiero que me vea. Me he puesto una blusa blanca con botones y una falda corta con tablas, zapatos altos. Llevo abiertos los primeros botones de la blusa.

No he dejado de mirarlo mientras transcurre la clase. Se acerca a mí y mira desde atrás mis movimientos haciéndome algunas correcciones, me habla cerca del oído, estremeciéndome. Al fin termina la clase, debo hablarle ahora. Está recogiendo sus cosas. Me acerco a él, le pregunto un par de tonterías, estoy nerviosa. No hay nadie y es tarde. Me mira fijamente y me pregunta “¿te llevo?”… claro, respondo.

Me siento en su auto y al hacerlo se sube mi falda casi al punto de dejar ver mi tanga. Él me mira y sonríe. Le sonrío. Se acerca a mí y, sin pensarlo, beso su boca. Él continúa. Siento como su lengua ardiente busca la mía. Su mano toca mi muslo y sube por mi entrepierna. Siento nuevamente cómo mi deseo por él acelera mi cuerpo. Pero no continúa. ¿Vamos?, me dice. Con las mejillas ardientes sonrío asintiendo.

Se baja de su auto y abre mi puerta. Al bajar mis movimientos dejan ver el escote y mis pechos que aún palpitan, mis pezones erectos se traslucen por la blusa. Me levanta y sin darme cuenta los toma con sus labios, me abraza y acerca a su cuerpo besándome. Su pene esta erecto. Con él roza mi pelvis. Lo deseo, sólo quiero tenerlo en mí.

Llegamos a mi casa. De espaldas a él, abro la puerta, me toma por la cintura y acerca a su cuerpo, me roza con su pene y siento su respiración en mi cuello. Me besa cerca de la oreja y una contracción estremece mi vulva mojándome. Sin prender la luz él me abraza y sigue besando. Tomo su cinturón y lo suelto. Busco su pene y lo siento inmenso, erecto, húmedo. Me arrodillo ante él y lo beso, lo meto en mi boca, lo hago muchas veces, exclama de placer. Me levanta, suelta mi blusa, mi sostén, busca mis pezones que, erectos, se agitan en su boca. Su mano entre mis piernas suben, corren mi calzón y se desplazan desde mi clítoris a mi vagina. Seguimos besándonos, me estremezco en sus brazos. Me lleva al sillón y se sienta en él, toma su pene masturbándose… erecto, inmenso. Yo de pie. Él me acerca, me sube la falda, levanta una de mis piernas y con su lengua besa mi clítoris mientras sus dedos se introducen en mi vagina. Siento que voy a estallar. La luz tenue del lugar deja ver claramente. Me toma, abre mis piernas, vuelve a besarme. Su pene erecto lo introduce en mi vagina lentamente. Primero la cabeza, siento su forma y sus bordes. Gimo de deseo, de que llegue hasta el final. Luego con un movimiento firme me penetra. Su pene llega hasta el fondo, tanto que no puedo evitar que se me escape un grito. Me sube y baja mientras me penetra una y mil veces. No puedo más otro movimiento y tengo un orgasmo. Me besa, me levanta, se pone tras de mí. Apoyo las manos en el borde del sillón. Toma mis caderas y vuelve a penetrarme, fuerte y duro. ¡Más!, le suplico. Él clava su pene mil veces, mientras mira cómo entra y sale de mi vagina, duro como un metal. Pero no le basta y en un movimiento penetra mi ano. Tengo otro orgasmo. Él vuelve a hacerlo una y otra vez y antes de explotar me gira, me arrodilla, toma su pene, continúa masturbándose y eyacula en mí, en mi boca, en mi cara, en mis pechos… él es mi amor, mi maestro, mi profesor.
Suya Maria Pia

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One Response to Fantasías con mi profesor

  1. pero vamos al grano con el…..juegue cela a ver que resulta, el que no cruza el rio no se ahoga mmmm ooo el rio cruza uno se ahoga bueno algo asi dice la cosa jajajaja, saludos

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